HISTORIA EN BREVE
- Cada vez más investigaciones demuestran que la castración (un procedimiento quirúrgico en el que se extirpan las gónadas y las hormonas sexuales que producen) puede perjudicar de forma significativa la salud y el bienestar de los perros a largo plazo
- El año pasado se publicó el estudio de caso de un perro que, a una edad temprana, desarrolló problemas psicológicos y de salud que cambiaron su vida debido a que le extirparon las gónadas; dicho estudio demuestra que la terapia de restauración hormonal podría favorecer de forma significativa a los perros castrados que presenten síntomas
- El perro recibió inyecciones subcutáneas de testosterona cada semana, se le implantó un agonista hormonal y, con el tiempo, sus problemas psicológicos y de salud se resolvieron, lo que le permitió tener la misma calidad de vida que antes
- Una investigación más profunda de la terapia de restauración hormonal podría aliviar el sufrimiento de millones de perros que tienen padecimientos a causa de la castración
Cada vez se reúnen más evidencias contundentes de que pueden surgir diversos problemas de salud después de extirpar las gónadas de los perros, sobre todo en los que pertenecen a una raza grande. La castración consiste en extirpar los órganos (ovarios o testículos) que producen hormonas esenciales (estrógeno, progesterona y testosterona).
Las hormonas sexuales afectan la salud y el bienestar de los perros de forma directa
Es verdad que los programas de castración han ayudado a reducir la sobrepoblación de mascotas y las enfermedades relacionadas con los órganos sexuales, como el cáncer ovárico y testicular, la piometra y algunos problemas de la próstata. A pesar de ello, las investigaciones indican que extirpar las gónadas y, por ende, las hormonas sexuales que producen, puede perjudicar la salud y el bienestar de los perros de forma significativa. De acuerdo con la Fundación Parsemus, a través de Phys.org:
“Es más común que los perros castrados padezcan obesidad, incontinencia urinaria, diversos tipos de cáncer, enfermedades inmunomediadas y trastornos musculoesqueléticos, así como problemas cognitivos y de conducta. Tal vez esto se deba a que los mecanismos naturales de retroalimentación de las hormonas se desregulan después de la castración.
Por ejemplo, si no se cuenta con las hormonas sexuales que envían señales a la glándula pituitaria y al hipotálamo en el cerebro, los niveles de hormona luteinizante (LH) son cada vez mayores. Las investigaciones más recientes indican que es probable que los altos niveles de dicha hormona sin oposición tengan algo que ver con diversos trastornos de salud.
Las hormonas sexuales tienen una relación compleja con la salud y el bienestar en la que influyen diversos factores, tales como el sexo, la raza, la edad y el entorno del perro".
¿Castración o esterilización por medio de esteroides?
Es vital reconocer la diferencia entre la esterilización y la castración. Cuando se realiza la primera, el perro solo pierde la capacidad de reproducirse, mientras que, en la segunda, también deja de producir hormonas sexuales por el resto de su vida.
Una buena alternativa es esterilizar al perro sin extirpar sus gónadas (esterilización con conservación ovárica o histerectomía para las hembras y vasectomía para los machos); sin embargo, no es nada sencillo acceder a este procedimiento, ya que las escuelas de veterinaria solo capacitan a los estudiantes para realizar castraciones completas. Si no has sometido a tu perro a ningún procedimiento y prefieres que lo esterilicen en lugar de que lo castren, puedes acceder a la Fundación Parsemus para consultar una lista de proveedores de servicios veterinarios que se han capacitado para realizar procedimientos alternativos.
Aunque los problemas de salud posteriores a la castración suelen diagnosticarse con mayor frecuencia en perros de raza grande, es importante tener presente que los más pequeños también pueden desarrollar padecimientos cuando se les priva de hormonas vitales durante toda su vida.
La historia de Toby
A finales del año pasado, se publicó un estudio de caso sin precedentes en Topics in Companion Animal Medicine en el que se detalla el primer informe de terapia de restauración hormonal en un perro que se había sometido a la castración.
Toby es un perro de raza mixta que, para ser adoptado, se sometió a una castración a los siete meses como condición de un refugio de animales del condado. El cachorro era activo, saludable y sociable cuando llegó a su nuevo hogar, no obstante, su salud se deterioró de forma vertiginosa durante los meses posteriores.
Cuando cumplió un año, sus dueños lo llevaron a un veterinario debido a que había desarrollado múltiples problemas psicológicos y de salud que afectaron su calidad de vida, como una menor movilidad, cojera, aumento de peso y temor a las personas que no conocía.
Desde entonces hasta los cuatro años de edad, le prohibieron consumir ciertos alimentos y le recetaron varios medicamentos (como analgésicos, suplementos para las articulaciones, hormonas tiroideas y antidepresivos). Este protocolo ayudó a reducir la cojera, pero no mejoró la movilidad. La dieta rigurosa permitió estabilizar su peso, pero sus reacciones de miedo y ansiedad ante los extraños solo empeoraron.
A los cuatro años, su ansiedad era tan pronunciada que sus dueños no lograban hacerlo salir de su hogar y sus problemas de peso eran cada vez peores debido a que no podía correr ni saltar con normalidad. Cuando sus dueños adoptaron otro perro más joven, sus problemas de salud se hicieron aún más evidentes debido a que no podía correr ni jugar con el nuevo miembro de la familia.
La restauración hormonal le devuelve a Toby su antigua calidad de vida
Por fortuna para Toby, sus dueños (de ellos, Linda Brent, autora principal del estudio de caso) sabían que la salud de los perros castrados puede verse afectada debido a que sus niveles hormonales no son normales y les preocupaba que la castración fuera la responsable de los problemas de su mascota, así que contactaron a la Dra. Michelle Kutzler, teriogenóloga veterinaria de la Universidad Estatal de Oregón (y coautora del estudio).
Los machos que se han sometido a la castración tienen niveles muy bajos de testosterona y sus niveles de hormona luteinizante (LH) pueden ser más altos de lo normal. Los niveles de LH de Toby eran tres veces más altos de lo que se considera normal en un perro castrado. Kutzler y los dueños de Toby decidieron optar por la terapia de restauración hormonal para regresar sus niveles hormonales a un nivel normal y el primer paso consistió en administrarle testosterona por vía subcutánea (debajo de la piel) cada semana, la cual recibió sin problema alguno gracias a un entrenamiento de refuerzo positivo.
Al cabo de tres meses, ya había ganado masa muscular, cojeaba menos y tenía una mayor movilidad; además, el miedo y la ansiedad disminuyeron de forma moderada. Dado que sus niveles de LH no habían bajado lo suficiente, se le implantó un agonista de la hormona liberadora de gonadotropina. Gracias a ese paso adicional, fue posible normalizar los niveles de testosterona y LH. Su salud siguió mejorando, ya que su apetito disminuyó y sus conductas de miedo y ansiedad se volvieron manejables, entre otras cosas.
Hoy en día, Toby pasea por los parques públicos y no tiene dificultades para correr, saltar ni seguirle el ritmo al otro miembro peludo de la familia. No se sabe que haya presentado efectos secundarios tras recibir la terapia de restauración hormonal y sigue en tratamiento, lo que incluye un seguimiento regular de sus análisis de sangre y exámenes prostáticos, así como de sus niveles de testosterona y LH.
"La salud y el comportamiento de Toby han mejorado de una forma sorprendente", señala Brent. "Después de muchos años de experimentar con tratamientos médicos tradicionales que daban pocos resultados, ahora tiene la oportunidad de vivir una vida feliz y saludable gracias a que sus niveles hormonales han vuelto a la normalidad".
Es necesario hacer más investigaciones
El estudio de caso de Toby, que es el único en su clase, demuestra que la restauración hormonal puede mejorar la salud de los perros que han presentado síntomas derivados de la castración; sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer para descubrir los métodos terapéuticos más óptimos y los riesgos que podrían implicar.
"El informe de este caso clínico proporciona evidencia que respalda la idea de regular los niveles de GnRH y hacer una suplementación con hormonas gonadales para reducir las concentraciones de LH en los perros castrados que presenten signos clínicos de efectos adversos a largo plazo debido a que se les extirparon las gónadas", afirma Kutler. "Es necesario realizar ensayos clínicos controlados y aleatorizados".
Aunque no se puede generalizar la información que se obtuvo respecto a un solo animal, los autores esperan que este caso fomente el diálogo y una investigación más profunda de la terapia hormonal para tratar los padecimientos de millones de perros castrados que no responden a los tratamientos médicos tradicionales.
Terapia Dogosterone™
El año pasado, entrevisté al Dr. David Bieber, veterinario y propietario de Sheridan West Animal Clinic en Cooper City, Florida, quien desarrolló un programa inigualable de reemplazo hormonal que se conoce como: Terapia Dogosterone™.
Es un tratamiento para perros castrados en el que se reemplaza la testosterona que sus testículos u ovarios habrían producido de forma natural si no se hubieran sometido al procedimiento. El Dr. Bieber ha visto una mejoría en diversas afecciones tras iniciar la terapia de reemplazo de testosterona, tales como la artritis y la displasia de cadera.
Hoy en día, los veterinarios que deseen certificarse en línea para ofrecerle a sus pacientes la terapia de reemplazo hormonal, de manera segura y efectiva, pueden acceder al sitio web Dogosterone del Dr. Bieber. Da clic aquí para acceder a una lista de veterinarios certificados para realizar la terapia Dogosterone.