📝   HISTORIA EN BREVE

  • El megaesófago (ME) es un trastorno de la deglución que puede ser letal en los perros, ya que inhibe el movimiento de los alimentos y del agua hacia el estómago, lo que provoca regurgitación, neumonía por aspiración y retraso en el desarrollo
  • El megaesófago congénito, que está presente desde el nacimiento, se revela con mayor frecuencia cuando un cachorro es destetado a alimentos sólidos alrededor de las cuatro semanas de edad; el megaesófago adquirido suele manifestarse en mascotas mayores y casi siempre es secundario frente a otra afección
  • Hace poco, diversos investigadores de la Universidad de Clemson descubrieron una variación genética relacionada con el desarrollo de EM congénita en perros pastores alemanes, una raza que tiene predisposición a la afección; también desarrollaron una prueba genética que los criadores pueden utilizar para reducir el riesgo en las camadas futuras
  • Asimismo, en fechas recientes, investigadores de la Universidad Estatal de Washington estudiaron el sildenafilo (Viagra) como tratamiento para el megaesófago y descubrieron que los perros con una enfermedad moderada obtienen mejores resultados que los perros con síntomas más graves
  • Cuando se trata de un caso de megaesófago adquirido, es necesario identificar y tratar la causa subyacente para curar o controlar la afección; sin embargo, en algunos casos, no es posible encontrar la causa del trastorno

🩺 Por la Dra. Karen Shaw Becker

El megaesófago (ME) es un trastorno de la deglución en perros que se caracteriza por un esófago agrandado que no puede desplazar el alimento hacia el estómago, lo que provoca regurgitación, neumonía por aspiración, retraso del crecimiento y, en algunos casos trágicos, la eutanasia.

"La literatura nos dice que muchos perros que padecen esta enfermedad mueren a causa de una neumonía por aspiración o son sacrificados debido a la mala calidad de vida dentro de los ocho meses posteriores al diagnóstico", afirma la Dra. Jillian Haines, veterinaria de la Universidad Estatal de Washington.

La buena noticia es que una investigación reciente a cargo de la Dra. Haines y sus colegas descubrió un tratamiento prometedor para este trastorno alimenticio que suele ser letal.

El megaesófago congénito se manifiesta a una edad temprana

El megaesófago puede ser congénito o adquirido; sin embargo, la forma congénita es mucho más común. El megaesófago idiopático congénito (CIM, por sus siglas en inglés) sale a la luz con mayor frecuencia cuando un cachorro es destetado y se le empiezan a dar alimentos sólidos alrededor de las cuatro semanas de edad.

Un estudio de la Universidad de Clemson en 2022 descubrió una variación genética relacionada con el trastorno en los perros pastores alemanes, que es una raza que tiene predisposición a la forma congénita (desde el nacimiento) e idiopática (sin causa conocida) de la enfermedad. Sus hallazgos se publicaron en PLOS Genetics.

Otras razas con predisposición al megaesófago incluyen el fox terrier, el gran danés, el setter irlandés, el labrador retriever, el dachshund o perro salchicha, el schnauzer miniatura, el terranova y el shar-pei. Los investigadores aún no saben si la misma variación genética presente en los pastores alemanes es lo que causa la enfermedad en otras razas. De acuerdo con Sarah Bell, quien es autora principal del estudio de Clemson:

"No tienen actividad de deglución. Cuando los cachorros tragan los alimentos, estos permanecen en el esófago y no se desencadenan las contracciones secuenciales que, en condiciones normales, se producen para ayudar a empujar la comida hacia el estómago. Debido a que el esófago de los perros es horizontal y no vertical, como el nuestro, la gravedad no ayuda a transportar alimentos al estómago".

Los cachorros con megaesófago deben alimentarse sentados, en una posición erguida, en una especie de trona para perros (que se conoce como silla Bailey) para que la comida y el agua lleguen a su estómago, y deben permanecer en la silla hasta 30 minutos después de terminar de comer.

Por fortuna, algunos cachorros superan la afección, pero muchos otros requieren controlar los síntomas de por vida y esto incluye alimentarse en posición vertical, recibir pequeñas comidas líquidas varias veces al día, cubos de gelatina y medicamentos.

Como parte del estudio, la investigadora Leigh Ann Clark, profesora asociada en el Departamento de Genética y Bioquímica de Clemson, y sus colegas desarrollaron una prueba genética para la enfermedad que los criadores de pastores alemanes pueden utilizar para reducir el riesgo de que las camadas futuras desarrollen la enfermedad.

Los cachorros macho tienen el doble de probabilidades de desarrollar esta afección

El equipo de Clemson hizo un escaneo de todo el genoma para identificar genes asociados al trastorno y descubrió una asociación en el cromosoma canino 12 con una variante dentro del receptor 2 de la hormona concentradora de melanina (MCHR2), que influye en el apetito, el peso y la forma en que los alimentos se desplazan por el tracto gastrointestinal (GI). Los investigadores sospechan que algo que interviene en la CIM es el desequilibrio de las hormonas concentradoras de melanina.

El estudio también demostró que los cachorros macho tienen el doble de riesgo que las hembras de desarrollar la enfermedad, quizás porque los niveles más altos de estrógeno permiten que la comida pase al estómago de mejor manera.

"Lo que descubrieron en las personas fue que el estrógeno tiene el efecto de relajar el esfínter que conecta el esófago con el estómago”, explicó Sarah Bell. "Al tener mayores niveles de estrógeno, el músculo liso tiene más probabilidades de abrirse. Esto aumenta la motilidad de los alimentos en el estómago".

De acuerdo con los investigadores de Clemson, la presencia de la variante MCHR2 junto con el sexo del perro puede predecir si un cachorro desarrollará megaesofá­go con un 75 % de precisión. Los dueños pueden tomar muestras de las encías de su perro y enviarlas a las empresas de pruebas genéticas para descubrir qué variante heredó, y los criadores pueden usar la prueba para reducir la cantidad de cachorros que nacen con la enfermedad y preservar la diversidad genética.

Se descubre un tratamiento prometedor para el megaesófago

Sildenafil es el nombre genérico del ingrediente activo del Viagra. Diversos investigadores de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Estatal de Washington descubrieron que el sildenafilo líquido relaja el músculo liso de la parte inferior del esófago, lo que permite que se abra para permitir que los alimentos pasen al estómago. Fuera de alguna rara irritación gastrointestinal (GI), no se observaron efectos secundarios en los perros a los que se administró la dosis utilizada en el estudio.

De acuerdo con la profesora de Clemson, Leigh Ann Clark, el sildenafilo ayuda a que más perros superen con éxito la CIM y a que ya no necesiten usar una silla Bailey. Aunque el sildenafilo se conoce más como un tratamiento para la disfunción eréctil, también se utiliza para tratar la hipertensión pulmonar tanto en humanos como en perros.

"Si revisamos la literatura, no hay medicamentos que podamos usar para controlar el megaesófago. El sildenafilo es el primero en enfocarse en estos mecanismos y reducir la regurgitación, lo cual es importante porque eso es lo que le quita la vida a los perros", expresó la Dra. Haines de WSU.
"Abre el esfínter esofágico inferior de 20 minutos a una hora, lo que es excelente para los perros porque lo que queremos es que solo se abra cuando están comiendo".

Los perros con megaesófago moderado obtienen mejores resultados con ayuda del sildenafilo

El equipo de la WSU utilizó la fluoroscopia por vídeo (una radiografía en movimiento) para controlar la comida líquida primero y, después, la comida húmeda mezclada a medida que bajaba por el esófago de los participantes en el estudio. En la investigación participaron diez perros con megaesófago. Se les administró un placebo o sildenafilo durante dos semanas, después, no se les dio ningún medicamento durante una semana y luego tomaron el medicamento que no recibieron en la primera fase durante dos semanas.

Los dueños de los perros llevaban un registro de los episodios de regurgitación, sin saber si su mascota estaba tomando el medicamento de prueba o el placebo. Lo interesante es que, aunque los investigadores no identificaron diferencias significativas entre los dos medicamentos durante la fluoroscopia de 30 minutos, 9 de los 10 dueños informaron que sus perros presentaron una menor regurgitación durante las dos semanas que recibieron sildenafilo líquido.

"En muchos casos, los dueños pudieron reconocer el sildenafilo porque estaba funcionando", mencionó la Dra. Haines.

De igual forma, al final del estudio, se demostró que los perros habían ganado un poco más de 2 libras de peso, en promedio.

"Al parecer, los perros con una afección moderada, que regurgitaban con frecuencia, pero no en exceso, tuvieron los resultados más espectaculares", expresó la Dra. Haines. "De hecho, prescribí sildenafilo a varios de esos pacientes después del estudio, y lo siguen usando hasta el día de hoy".

Por desgracia, los perros con síntomas graves de megaesófago presentaron resultados menos positivos, quizás porque era más difícil hacer llegar el medicamento a su estómago para que lo absorbiera.

"Creo que el sildenafilo cambiará y salvará la vida de muchos perros", comentó la Dra. Haines. "Esta investigación ayuda a respaldar su uso y, si tenemos suerte, alentará a más personas a usarlo".

Causas potenciales del megaesófago adquirido

Como mencioné anteriormente, el megaesófago puede ser congénito o adquirido. Por lo general, la forma adquirida afecta a mascotas de edad avanzada y casi siempre es secundaria a otras afecciones, como la enfermedad neuromuscular autoinmune (miastenia grave), la enfermedad de Addison y el hipotiroidismo. También puede deberse a un problema en el esófago, como la presencia de un cuerpo extraño, una inflamación o un tumor, así como a la exposición a toxinas, lo que incluye los organofosforados.

Cuando se trata de un caso de megaesófago adquirido, es fundamental identificar y tratar la causa subyacente para curar o controlar la afección. En algunos casos, no se encuentra causa alguna para el trastorno y se determina que es idiopático.

Hace algunos años, en Australia, más de 100 perros que consumían el alimento Advance Dermocare de la marca Mars desarrollaron megaesófago. Hasta donde sé, no se estableció un vínculo causal entre el alimento y la enfermedad, pero resultó que un problema similar había ocurrido antes en Letonia con otro alimento para perros, y se descubrió que muchos perros de todo el mundo se habían visto afectados por esta extraña condición, relacionada con las croquetas ultraprocesadas.

De acuerdo con lo que conozco acerca de cómo se fabrican los alimentos secos para mascotas, es posible que un subproducto tóxico desconocido del proceso de extrusión sea el responsable. Por mencionar un ejemplo, sabemos que los productos finales de glicación avanzada (AGE) son un subproducto de los alimentos procesados para mascotas. Los AGE son compuestos que se forman a partir de lo que se conoce como reacción de Maillard.

Cuando las proteínas procesadas por calor se unen a los carbohidratos, el resultado bioquímico es un compuesto que puede causar inflamación y daños generalizados en el cuerpo.

Los productos finales de glicación avanzada se han estudiado mucho en humanos y se ha demostrado que exacerban la diabetes e interfieren con la función renal. Los AGE también se han relacionado con el envejecimiento, la enfermedad de Alzheimer, el cáncer y, hace poco, con enfermedades neurológicas como la enfermedad del disco intervertebral y enfermedades autoinmunes.

Dado que el megaesófago adquirido suele estar mediado por el sistema inmunológico, una segunda posibilidad que he considerado es que algo en los alimentos sospechosos desencadene una respuesta abrumadora que, en última instancia, se dirija al esófago. Me parece que, si no hay un componente inmunológico, entonces una posible toxina neuromuscular no identificada en los alimentos podría ser la responsable.

Tratamiento y cuidados paliativos

Si el megaesófago es adquirido y secundario a una enfermedad subyacente, es necesario identificar ese problema y resolverlo si es posible.

En los casos de megaesófago idiopático congénito o adquirido, el tratamiento se enfoca en controlar los síntomas y los cuidados paliativos. Hay algunos medicamentos que a veces se utilizan en mascotas con megaesófago, según la causa, pero no siempre son efectivos.

Los veterinarios de medicina integral o funcional eligen el apoyo natural en función de la causa (el megaesófago inmunomediado se trata de forma diferente a la exposición al organofosato).

Por supuesto, comer y beber suponen la mayor amenaza para las mascotas con megaesófago, porque son las actividades que provocan episodios de regurgitación, que es lo que conduce a la falta de nutrientes y a la neumonía por aspiración.

Las mascotas con megaesófago suelen tener mejores resultados cuando consumen comidas pequeñas y frecuentes dadas a mano, con la cabeza en posición elevada. Cuando el cuerpo está elevado, lo que significa que se encuentra en posición vertical, la gravedad puede hacer parte de lo que el esófago no está haciendo.

Muchos dueños de perros con megaesófago animan a sus perros a permanecer sentados durante 10 minutos después de comer o beber cualquier cosa, para permitir que la comida y el agua lleguen al estómago con el efecto de la gravedad. Como se mencionó antes, otros perros utilizan una silla Bailey.

Muchos veterinarios también recomiendan agregarle agentes espesantes al agua para reducir la probabilidad de que sufra episodios de aspiración de forma recurrente. En términos generales, encontrar la mejor forma de alimento y el mejor método para alimentarlo se consigue mediante ensayo y error.

"Estamos aprendiendo a tratar la enfermedad y, en muchos casos, estamos dándole más años de vida a estos animales para que convivan con sus dueños", afirma la Dra. Haines.

Es indudable que el tratamiento de un perro con megaesófago requiere mucho tiempo. A pesar de ello, si reciben los cuidados adecuados, muchas mascotas logran llevar una vida más o menos normal con un trastorno que solía ser mortal en la mayoría de los casos.