📝 HISTORIA EN BREVE
- Establecer una inmunidad protectora en las mascotas por medio de las vacunas es importante para prevenir enfermedades infecciosas, pero muchos dueños de mascotas no entienden que vacunarlas más seguido no brinda más o mejor inmunidad.
- Muchos veterinarios convencionales opinan que las reacciones adversas a las vacunas en las mascotas, sin importar su gravedad, valen la pena el riesgo
- Esta peligrosa perspectiva demuestra por qué la mayoría de los veterinarios continúa promoviendo las revacunaciones automáticas en lugar de realizar pruebas de títulos para medir la inmunidad de un animal
- Tampoco reconocen la vaccinosis, que se define como una reacción crónica, no solo al virus alterado en las vacunas, sino también a los químicos, adyuvantes y otros componentes de la cadena celular del cultivo de tejidos, así como posibles cambios genéticos por las vacunas
- Como principal defensor de tu mascota, hay pasos que puedes seguir para disminuir el riesgo de reacciones adversas a las vacunas
🩺 Por la Dra. Karen Shaw Becker
Por desgracia, la mayoría de los veterinarios desconoce que la revacunación podría provocar reacciones adversas en las mascotas. Como resultado, continúan promoviendo la revacunación automática en lugar de realizar las pruebas de títulos de anticuerpos para ver si sus pacientes necesitan esa segunda, tercera o décima revacunación contra alguna enfermedad.
Me molesta que muchos veterinarios continúan recomendando los mismos protocolos de vacunación aunque las mascotas hayan sufrido reacciones a las vacunas anteriores o hayan sido diagnosticadas con problemas médicos graves. También le restan importancia a que se podrían presentar eventos adversos a la vacuna, a pesar de que las reacciones leves son bastante comunes. Además de esas reacciones leves, también pueden presentarse reacciones alérgicas que pueden poner en peligro la vida del animal.
Tampoco consideran los posibles efectos a largo plazo de las vacunas, a pesar de que se han presentado casos de sarcomas relacionados con las vacunas en los gatos, "entre 2 meses y 10 años después de la vacunación";1 este es solo un ejemplo.
Para aclarar mi punto de vista, revisemos la página en el sitio web de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA, por sus siglas en inglés) titulada: Vaccinations.2 En dicha página se encuentra el enlace a un folleto en español titulado “Vacunar a su mascota”en el que se encuentra la traducción de dicha página web.
Reacciones adversas a las vacunas "leves" y más graves
El primer conjunto de reacciones adversas a la vacuna que analiza la AVMA se describe como comunes y leves, y aparecen dentro de horas después de la vacunación:
· Sensibilidad e hinchazón en el sitio de administración de la vacuna
· Cansancio
· Fiebre leve
· Disminución del apetito
- Además menciona que “también pueden presentarse estornudos, tos leve u otros signos respiratorios entre 2 a 5 días después de la vacunación”.
La AVMA dice que, "[e]s frecuente que las mascotas experimenten efectos secundarios leves y de corta duración después de recibir una vacuna," y "[e]stos efectos secundarios leves suelen desaparecer por sí solos dentro de las 24 horas. Si duran más de uno o dos días, o si su mascota parece muy incómoda después de la vacunación, comuníquese con su veterinario".
El segundo grupo de reacciones se describe como menos común y más grave (reacciones alérgicas), y pueden presentarse en cuestión de minutos u unas horas después de la vacunación:
• Desvanecimiento o colapso
• Vómitos o diarrea persistentes
• Tos persistente e intense
• Protuberancias rojas que causan picazón por todo el cuerpo (“urticaria”)
• Hinchazón o inflamación en cara, nariz, ojos o cuello, o alrededor de estos
La AVMA dice que estas reacciones “son poco frecuentes, pero pueden poner en peligro la vida. BUSQUE INMEDIATAMENTE ATENCIÓN VETERINARIA SI OBSERVA ALGUNO DE ESTOS SIGNOS”.
En el subtítulo “What side effects could I typically expect after my cat’s vaccination?” de la página Vaccines and sarcomas: A concern for cat owners,3 la AVMA clasifica a un sarcoma felino en el lugar de la inyección como "una hinchazón pequeña y firme debajo de la piel" que puede desarrollarse en el lugar donde se administró una vacuna reciente y que "debería comenzar a desaparecer en un par de semanas". Además, dice que, si persiste más de tres semanas, o parece estar creciendo, debes comunicarte con tu veterinario.
Sin embargo, al comienzo de dicha página web la AVMA explica que los sarcomas son “una reacción adversa poco común pero, grave que puede ocurrir en la zona donde se administró la inyección, un crecimiento tumoral (sarcomas), que pueden desarrollarse tras semanas, meses o incluso años después de la vacunación”.4
¿Por qué está bien correr el riesgo de causarle cáncer a tu gato?
Los sarcomas son tumores malignos y pueden desarrollarse en semanas, meses o incluso años después de la vacunación, como en el caso trágico del gato Hozart. El sarcoma felino en la zona de inyección (FISS, por sus siglas en inglés), también llamado sarcoma felino asociado a la vacuna (VAS, por sus siglas en inglés), es causado, sobre todo, por la vacuna contra la rabia felina y la vacuna contra el virus de la leucemia felina (FeLV).
Desde hace mucho tiempo la comunidad veterinaria ha tenido conocimiento del problema del sarcoma felino asociado a las vacunas.
En 1991, tres años después de que Pennsylvania requiriera la vacuna contra la rabia en los gatos, los expertos de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pennsylvania descubrieron una relación entre las vacunas felinas y un incremento en el sarcoma felino. Poco después de este descubrimiento, la Universidad de California en Davis hizo una conexión entre la vacuna de FeLV (leucemia felina) y los sarcomas.
La mayoría de los primeros casos de sarcomas diagnosticados y que se relacionaron con las vacunas, se desarrollaron alrededor de los omóplatos de los gatitos afectados. Esta es el área del cuerpo de un gato donde típicamente se aplicaban todas las vacunas antes de los años noventa.
Para descifrar qué vacunas causaron los sarcomas, en 1996 el Grupo de Trabajo para el Sarcoma Felino Asociada a la Vacuna les recomendó a los veterinarios aplicar la vacunas específicas en áreas determinadas del cuerpo.
Por ejemplo, las vacunas contra la rabia debían administrarse en la pata trasera derecha y las vacunas de FeLV en la pata trasera izquierda. Las vacunas tenían que colocarse en la parte baja de las piernas, lo más lejos posible del cuerpo, por lo que la amputación de la parte inferior de la pierna podría ofrecerse como una opción al tratamiento contra el cáncer.
Después de que se implementaron las recomendaciones de la zona de vacunación en 1996, los sarcomas en el cuello disminuyeron en los siguientes 10 años. Sin embargo, incrementaron en las extremidades torácicas y pélvicas y el abdomen, sobre todo en el lado derecho.
Después de 1996, las patas traseras derechas de los gatos vacunados ha sido la zona más común en desarrollar sarcomas, por lo que se asumió que la vacuna contra la rabia era la que estaba causando el cáncer.
La importancia de inyectar muy por debajo de la pierna se hizo evidente con el aumento en los sarcomas en la parte lateral del abdomen después de 1996. Si un gato está en una posición encorvada y se le pone la vacuna en la zona que supuestamente es la extremidad pélvica, es posible que la vacuna se aplique en la parte lateral del abdomen porque la piel se mueve cuando el gatito está parado.
En 2013, un equipo de investigadores veterinarios publicó un estudio que sugiere que las vacunas en la cola podrían hacer que el tratamiento quirúrgico de los sarcomas asociados a las vacunas sea más fácil y menos desfigurante, lo que les da una opción a los dueños de emplear el tratamiento contra el cáncer en sus gatos.
Como veterinaria integradora, enfocada en mantener proactivamente el bienestar de las mascotas, no considero que existan ciertas partes del cuerpo que son mejores para aplicar vacunas (y la amputación posterior como tratamiento para los sarcomas); más bien creo que se debe determinar qué vacunas necesita un animal en función de su inmunidad, edad, estilo de vida y exposición real al riesgo.
Muy pocos veterinarios evalúan los riesgos de las mascotas para detectar infecciones que fueron transmitidas de un animal a otro. Por ejemplo, la gran mayoría de las enfermedades infecciosas en los gatos se transmiten cuando los gatos salvajes sin vacunar interactúan con gatos salvajes infectados.
Pero ¿cuál es el riesgo para los gatos domesticados vacunados que salen a pasear con correa o que salen a su catio? El riesgo es muy mínimo. El riesgo real radica en aplicar vacunas excesivas a estos gatos que ya están protegidos y que no han tenido contacto con otros animales que podrían estar infectados.
La vaccinosis es real
La mayoría de los veterinarios convencionales no reconocen la condición de la vaccinosis y el término tampoco es muy conocido por muchos dueños de mascotas. Pero, primero, hablemos sobre lo que no es la vaccinosis.
No es una reacción adversa aguda, ni tampoco inmediata, a una vacuna como las que mencioné anteriormente. Los eventos adversos o hipersensibilidades, ya sean leves (como letargo, síntomas parecidos a la gripe, etc.) o graves (como shock anafiláctico), que están relacionados a una vacuna reciente, son aceptados por la comunidad veterinaria convencional. Son vistas como anormalidades ocasionales de un procedimiento básicamente seguro.
La vaccinosis, por otro lado, es un problema que solo los veterinarios holísticos e integradores están dispuestos a reconocer; sin embargo, muchos veterinarios convencionales empezaron a reconocerlo desde que organizaciones de salud prominentes aceptaron que existen efectos secundarios por la vacuna contra el COVID.
Es una reacción a una vacuna que se aplicó sin que la mascota experimentara un evento adverso notable o hipersensibilidad. Estas son reacciones crónicas no solo al virus alterado en la vacuna, sino también a los químicos, adyuvantes y otros componentes de la cadena celular del cultivo de tejidos, así como posibles cambios genéticos, que pueden ser provocados por las vacunas.
El Dr. Richard Pitcairn, que tiene un doctorado en inmunología y también es un experto y educador de renombre mundial en homeopatía veterinaria, así como autor de Dr. Pitcairn's Complete Guide to Natural Health for Dogs & Cats, un manual de atención médica holística para mascotas, define la vaccinosis de esta manera:
"La vaccinosis debe interpretarse como un cambio en la fuerza vital por la vacuna que provoca un cambio mental, emocional y físico, y que puede convertirse en una condición permanente en algunos casos".5
De acuerdo con el Dr. Pitcairn, las vacunas que supuestamente protegen a las mascotas contra las enfermedades naturales agudas, en realidad crean afecciones crónicas con características de la enfermedad que la vacuna debió haber protegido. Esta transformación ocurre en el laboratorio, donde los virus naturales se modifican para hacer vacunas.
Cuando el virus natural debería provocar una fuerte respuesta del sistema inmunológico, el virus de la vacuna creado en el laboratorio no provoca dicha reacción significativa del sistema inmunológico del animal. En cambio, tiene el potencial de crear cambios crónicos en el cuerpo que pueden provocar enfermedades.
La administración de una vacuna también es muy diferente a la manera en que se desarrolla una enfermedad natural en el cuerpo de un animal. Las vacunas contienen varias sustancias reactivas, incluyendo metales pesados, cultivos de bacterias/células mutadas, irritantes inmunológicos6 (adyuvantes), proteínas extrañas y conservadores químicos.
Todas estas toxinas se administran al momento de aplicar la vacuna en la sangre y la linfa, lo que obstruye las primeras líneas de defensas, incluyendo la piel, nariz, membranas mucosas, saliva, etc. Así que el virus modificado en el laboratorio no es antinatural, sino que la forma en que ingresa al cuerpo de un animal también es muy antinatural. Cuando observa la situación desde esta perspectiva, es lógico ver cómo las vacunas pueden desencadenar reacciones anormales en el sistema inmunológico.
Los síntomas de la vaccinosis
Comunes:
- Letargo
- Pérdida de pelaje
- Cambio de color del pelaje en la zona de la inyección
- Fiebre
- Dolor
- Rigidez
- Falta de apetito
- Conjuntivitis
- Estornudos
- Úlceras bucales
Serios:
- Inmunosupresión
- Cambios de comportamiento
- Vitíligo
- Pérdida de peso
- Baja producción de leche (hembras)
- Cojera
- Granulomas y abscesos
- Urticaria
- Hinchazón facial
- Hipersensibilidad alérgica
- Enfermedad respiratoria
- Uveítis alérgica
Graves:
- Sarcomas en la zona de la inyección (cáncer)
- Anafilaxia
- Artritis autoinmune
- Poliartritis
- Osteodistrofia hipertrófica
- Anemia hemolítica autoinmune
- Trombocitopenia inmunomediada
- Tiroiditis
- Glomerulonefritis
- Miocarditis
- Encefalitis o polineuritis
- Convulsiones
- Aborto
- Anomalías congénitas
- Muerte embrionaria (feto)
- Infertilidad
Cómo proteger a tu mascota del daño de las vacunas
Mi protocolo de vacunación es administrar una primera ronda de vacunas para cachorros (moquillo, parvo, adenovirus) o vacunas para gatitos (panleucopenia, calici, herpes) antes de las 12 semanas de edad, casi alrededor de 9 a 10 semanas. La segunda ronda entre las 15 y 16 semanas. Dos semanas después de la segunda ronda, hago una prueba de títulos de anticuerpos (mediante una simple extracción de sangre) para asegurarme de que el animal haya sido inmunizado y no solo vacunado.
Las pruebas de títulos posteriores se pueden realizar tan a menudo como lo desee el dueño (la mayoría de los veterinarios las recomiendan una vez al año) para garantizar que el perro o gato aún esté protegido contra la enfermedad y teniendo en cuenta que la inmunidad contra las enfermedades centrales dura mucho más de lo que indican las directrices de vacunación, y en ocasiones hasta de por vida. Por lo general, no realizo la prueba de títulos en los gatos que viven dentro de casa después de sus vacunas principales ya que su exposición es casi nula.
Cuando se trata de la rabia, prefiero administrar la primera vacuna a los 6 meses y luego, de acuerdo con lo exigido por la ley, un refuerzo 1 año después y cada 3 años a partir de entonces. La campaña Protect the Pets del Dr. John Robb busca enmendar las leyes obligatorias de la vacunación excesiva contra la rabia, así como para que acepten las pruebas de títulos para la rabia.
"Esto es algo muy simple", dijo el Dr. Robb en nuestra entrevista. “Vacunamos para producir inmunidad. Podemos medir esa inmunidad con un simple análisis de sangre llamado prueba de títulos”.
Por lo general, no recomiendo las vacunas complementarias. Cada vacuna que recibe tu mascota debe cumplir con los siguientes criterios:
- Primero, tu perro o gato debe estar sano. Si tiene alergias, problemas endocrinos, disfunción de órganos, cáncer (o es sobreviviente de cáncer), epilepsia u otro problema médico, no es candidato para recibir vacunas.
- Las vacunas son para enfermedades mortales (esto elimina a la mayoría).
- Tu mascota corre el riesgo de exposición a la enfermedad.
- La vacuna se considera efectiva y segura (la mayoría no lo son, en especial las bacterias Lyme y Lepto).
- Tu mascota nunca ha tenido una reacción adversa a una vacuna. No vacunes a una mascota que haya tenido una reacción previa a alguna vacuna de cualquier tipo.
Si vacunas a tu mascota, pídele a tu veterinario integral que te proporcione una desintoxicación homeopática de vacunas como Thuja (una opción común para todas las vacunas, excepto la rabia).
También es importante considerar que numerosas vacunas complementarias solo se encuentran disponibles como un complemento de otras vacunas, algunas de las cuales son esenciales. Te recomiendo que consultes con tu veterinario para asegurarte de que ninguna de las vacunas secundarias se esté complementando con las vacunas principales que recibe tu mascota.
Por desgracia, la mayoría de los veterinarios convencionales no recetan vacunas individuales, por lo que es necesario solicitar los viales de la vacuna antes de asumir que tu mascota solo recibirá un agente a la vez. Si vives en los Estados Unidos, en este enlace puedes encontrar un veterinario integrador o de bienestar que personalice un protocolo de vacunas y títulos en torno a las necesidades individuales de tu mascota.